Jacqueline Dresbur se ha dedicado en cuerpo y alma a la agricultura. La joven de 19 años representa a la nueva generación de agricultoras y agricultores que defienden una agricultura moderna cada vez más sostenible y tecnológica.
Jacqueline creció entre cultivos. Los padres gestionan una granja a tiempo parcial a unos 25 kilómetros al sur de Lippstadt, en Warstein-Hirschberg, que vende por su cuenta productos animales sostenibles. Ella misma es una apasionada de los animales y las granjas desde su infancia. "Cuando era niña ponía de los nervios a mi padre porque quería ordeñar las vacas", comenta riendo esta simpática joven. "Acabé haciéndolo en un negocio cercano al nuestro en el pueblo. En quinto de primaria estaba allí casi todos los días. Durante ese tiempo desarrollé mi amor por las vacas. Y una cosa llevó a la otra. Cuanto más me sumergía en la agricultura, más pasión desarrollaba por el ella".
Actualmente estudia economía agraria en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Südwestfalen, en Soest. Esto convierte a la joven estudiante en una auténtica rareza, incluso en el distrito de marcado carácter rural de Soest, donde se encuentra Warstein-Hirschberg. "En mi círculo de amigos, la gente estudia medicina, administración de empresas o psicología", comenta Jacqueline. "E incluso de mi escuela secundaria, solo otro se ha decidido por la agricultura. Sin embargo, a mis amigos no les sorprendió que estudiara economía agraria. Después de todo, siempre he tenido relación con la agricultura. Es lo que conocen de mí. Cuando quedo con ellos y, con poca antelación, les digo que voy a llegar unas horas más tarde, a veces me dicen: "Sí, saluda al tractor de mi parte".
Pequeña tienda de granja, grandes retos
Desde hace un año, la joven estudiante de economía agraria dirige también su propia tienda en la granja de sus padres. Jacqueline hace hincapié en un enfoque sostenible y regional. "Estamos cultivando calabazas por segundo año, así como maíz para palomitas y girasoles para cosechar las semillas", cuenta Jacqueline. También vendemos huevos de granja, harina y zumos. Compramos productos cárnicos, embutidos, mermelada, miel y patatas a proveedores en un radio de no más de 30 kilómetros, y conozco a todos los proveedores personalmente".
El gran desafío: sacarle rentabilidad a la tienda de la granja. "Si cobráramos por cada hora que yo, mi abuelo, mi novio y mis padres dedicamos a la tienda de la granja —incluso con el salario mínimo—, tendríamos problemas", admite Jacqueline. "Hago muchas cosas por amor a la agricultura, sin echar muchas cuentas". Es un reto que comparten muchos agricultores: "Muchos agricultores dependen de los minoristas de alimentos", explica Jacqueline. "Sin embargo, estos ejercen presión con los precios, porque puede importar del extranjero. En Alemania tenemos normas muy, muy estrictas que debemos cumplir. Por eso no podemos producir tan barato como en otros países, donde los animales se mantienen a veces incluso en edificios. En ese sentido, la globalización es una desventaja muy grande".
Básicamente, Jacqueline aboga por que los consumidores se preocupen más por la procedencia de los productos y se pregunten si no pueden comprar a su agricultor local. Por esta razón, la ocupada estudiante intenta explicar a los consumidores en Facebook e Instagram los problemas de la agricultura alemana y el consumo sostenible de alimentos.
Pero, ¿cuál es exactamente la pasión por una industria sometida a la presión económica y, no pocas veces, social, que tiene que lidiar constantemente con nuevas regulaciones y una creciente burocracia? "Me fascina la diversidad, no hay dos días iguales", afirma Jacqueline con entusiasmo. "Los agricultores tenemos que saber de muchas cosas. Por un lado, esto es emocionante, pero por otro, también es un reto tener que estar siempre al día con los últimos avances".
Las nuevas tecnologías se abren paso en la agricultura moderna
Y también está el pequeño milagro de la naturaleza: "El hecho de que un pequeño grano se convierta en nuestro pan es algo que encuentro fascinante. Esta forma de creación de valor ya es impresionante. Además, la interacción con el clima y las nuevas tecnologías disponibles para la agricultura son superemocionantes".
Por ejemplo, la digitalización está cada día más presente en la agricultura moderna. "La salud de los animales, por ejemplo, ya se puede registrar digitalmente muy, muy bien hoy en día", afirma Jacqueline. Por ejemplo, mediante la medición precisa de la actividad o de la actividad de rumia en las vacas. Esta tecnología también es especialmente espectacular: "Los llamados sensores N detectan la cantidad de nitrógeno que necesita una planta al reflejar la luz. Los sensores aprovechan el hecho de que las plantas reflejan diferentes longitudes de onda en distinta medida en función de su suministro de nutrientes. Basándose en el reflejo de la luz medido, el esparcidor de fertilizante situado en la parte trasera del tractor controla la cantidad de nitrógeno necesaria y aplica a las plantas exactamente la cantidad de fertilizante que necesitan".
Lo que hará exactamente Jacqueline, que trabaja como ayudante de cosecha en verano y también participa en otros negocios agrícolas, después de graduarse, aún no lo sabe. Esto se debe principalmente a las numerosas oportunidades que la agricultura moderna ofrece a esta activa joven de 19 años. Una cosa está clara: "Siempre me mantendré fiel a la agricultura. También me gustaría seguir participando en el ámbito de las relaciones públicas. Y hasta que me gradúe, seguiré haciendo prácticas en diferentes ámbitos".
La pregunta que queda es cómo Jacqueline mete todas las tareas bajo un mismo sombrero. Jacqueline le quita importancia: "Mi jornada empieza a veces a las 6 de la mañana y termina a las 10 de la noche. Hay que organizarse. Pero cuando te diviertes, todo es posible".